El gran terror de los
seres humanos es el rechazo, la exclusión. Es un destino
terrible que se vive, en el corazón frágil de las personas, como peor que la
misma muerte. De alguna manera, es a través de los otros y de las relaciones
como nuestra vida cobra su verdadera fuerza y relieve. En el contacto con los demás fermenta la savia de la vida.